Una corrida de Matilla de escaso juego lastra las opciones de la terna, únicamente Morante supo encontrar el fondo escaso de bravura que tenían los astados salmantinos.
Y Morante se retiró a pie, sonriente, agradecido, pero a pie. Se fue caminando sin tan siquiera fruncir el ceño tras pinchar la faena de su vida. Salía contento, con paso firme y la montera calada. Sabía que había rozado el cielo con las manos, que había entregado su alma ante la embestida costosa del de Matilla. Fue el claro ejemplo del querer es poder y de la fe inquebrantable en uno mismo. Una tarde, y una faena, para enmarcar de un torero que hoy, por fin, había conseguido aquello que tanto había anhelado. Poco amigo de la embestida dócil y facilona y más de esa que te exige romperte por abajo, hoy le entregó su vida a un toro con mirada felina y movilidad díscola. Le miró fijamente a los ojos y sin provocación alguna le fue convenciendo del camino que tenía que tomar pese a que a este le costara aceptarlo. Únicamente la espada le privó del corte de los máximos trofeos, si, leen bien, máximos trofeos, porque este tipo de faenas tan superlativas únicamente pueden llegar a entenderse en su máxima expresión cuando son vividas in situ en una plaza de toros. Su salida en hombros era de ley, sin embargo, se fue como vino, caminando. Lo haría unos segundos antes que un Juan Ortega que pese a chocarse con un lote infumable se vació toreando de capa en un recibo lleno de cadencia y armonía. Rufo, por su parte, se topó con un sexto geniudo y un tercero que mientras que duró pudo sentirlo toreando en la tarde en la que José Antonio Carretero se cortó la coleta delante de su hija.
FICHA DEL FESTEJO
Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de San Miguel, primera de abono. Corrida de toros. Tres cuartos de entrada.
Toros de Hermanos García Jiménez, correctos de presencia. De buena clase y ritmo el medido de fuerzas primero; sin entrega ni celo el descastado segundo; con transmisión y emotividad a derechas un tercero que acabó en tablas; de desigual comportamiento a derechas un cuarto con fondo de nobleza; con nobleza pero escaso fondo el marmolillo quinto; pasador sin celo el desrazado cierraplaza.
Morante de la Puebla: ovación y oreja tras aviso
Juan Ortega: silencio en ambos.
Tomás Rufo: ovación y silencio.
Incidencias: Al finalizar el festejo, Morante de La Puebla cortó la coleta a José Antonio Carretero, que se despedía así de los ruedos.
Galeria fotografica: DIEGO ALAIS