Director

Diego Alfonso Alais G.

LA TERNA EN HOMBROS, ANTE UNA DESIGUAL CORRIDA DE JUAN BERNARDO, SE DIO LA SEGUNDA CORRIDA DE ABONO.

Después de haber visto, y apreciado la corrida anterior, tuvimos un sentimiento de lograr la conectividad, en el avance taurino para lograr un festejo que llegara a igualar o superar el ya reseñado; sin embargo, ante tres cuartos de entrada, con clima caluroso, saltaron a la arena de Cañaveralejo muchos ejemplares de la ganadería de Juan Bernardo Caicedo, que extrañamente tuvieron un comportamiento desigual o variado en su juego, al igual que su presentación; veamos.

Antonio Ferrera que tuvo en su lidia a «Navegante» y a «Año Nuevo», ambos variados de comportamiento, pero con el común denominador de permitir que el torero pudiera desarrollar su labor, destacamos que el oficio y técnica del matador conectara (especialmente su segundo) cuando ejecutó las suertes completas, que les gustan a los tendidos de la plaza, donde hubo extraordinario tercio de banderillas con el remate de galleo. Y, luego en la muleta con siete extraordinarios pases de rodillas, planteó una faena de categoría, en especial esos cambios de mano que taparon las condiciones del ejemplar y finalizaron con una ejecución propia del matador, caminando a la distancia y ejecutando el espadazo contrario y bajito, que le valieron el reconocimiento de la asistencia, rodando automáticamente dos orejas y palmas al toro.

En el segundo turno, vino la ejecución de las faenas del «tirón de taquillas» Roca Rey, quien viene precedido de grandes triunfos y extraordinarias faenas en el viejo continente, quien destaca no solo oficio, sino además, técnica, dominio y extraordinario acompasar con sus oponentes. En especial, con el #117 de 510 kilogramos, de nombre «Florido». Un burraco vistoso de capa, a quien instrumentó una labor muleteril en los terrenos del toro, y que estructuró su labor de poder hasta llegar a los tendidos que logró rematar con una estocada de libro, cortando dos orejas y palmas al toro. Ya, en su cambiado orden de lidia, porque ante la inexistencia y falta automática en el cambio para el torero siguiente, Roca Rey debió lidiar el sexto, en quinto lugar, de nombre «Zafiro» de 478 kilogramos, un castaño requemado, a quien trató de «meterlo» en la muleta, pero tanto en varas y banderillas, el toro estuvo distante de la suerte y estructura de faena que le planteó el limeño. Y, de ahí en adelante, se convirtió en una faena cumplidora que emborronó en la suerte suprema, donde tuvo muchísimas complicaciones para pasaportar a su enemigo después de muchas broncas en los tendidos, y escuchando un recado.

El nacional, Guerrita Chico, quien se despedía como matador activo con «Jilguero», un jabonero con carita de anovillado quiso agradar, pero su labor muleteril (siempre hacia las afueras) determinó su faena con un poco de vistosidad, cortando una oreja, más por el agradecimiento, que por merecimiento. Y, después vinieron varios toros que fueron cambiados por inválidos, hasta que saltó a la arena un Guachicono burraco de 487 kilogramos que tuvo, al comienzo, transmisión. Después, se rajó el toro. Y, el torero trató, pero no logró conectar su estructura de faena; sin embargo, la gente agradecida en su despedida ,lo sacó en hombros junto a los triunfadores de la tarde. Hay que destacar que el encierro quedó en deuda.

Y, la presidencia sigue siendo (a nuestro modo de ver) desacertada, aún habiendo admitido el cambio de varios ejemplares por inválidos.

Y, creemos que el espectáculo en general, fue agradable, pero con complicaciones para los más entendidos del orbe taurino.

Ficha del festejo:


Antonio Ferrera: Palmas y dos orejas.
Guerrita Chico: Oreja y palmas.
Roca Rey: Dos orejas y división.

«Textos y redacción GABRIEL ENRIQUE RIVEROS R.


Fotografía especial DIEGO ALFONSO ALAIS.

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