Director

Diego Alfonso Alais G.

GRAN PRINCIPIO Y FINAL DEL COLOFÓN TAURINO, QUÉ CERRÓ LA FERIA DE OTOÑO EN MADRID.-

Con un lleno absoluto, dentro del aforo permitido, transcurrió el último festejo del ciclo otoñal, a través de la corrida denominada «de la hispanidad», dónde antes se acarteleaba un torero oriundo de América, y ahora «extrañamente» ninguno, sólo estuvieron las banderas de los países Iberoamericanos, cómo significado del descubrimiento… aquél 12 de Octubre de 1492… y así hicieron el paseíllo MORANTE DE LA PUEBLA (celeste y oro..con el espectacular bordado mexicano), a quien le correspondió, en su lote lidiar y matar a » Guitarra» de 515 kgs, un castaño chorreado, con el cuál el sevillano, instrumentó verónicas, de alto vuelo y lo llevó al segundo puyazo por «rogerinas», qué hicieron vibrar a la plaza, y en la muleta, con unos ayudados por alto, de categoría sometió a su oponente y de ahí vinieron tandas dosificadas como elegantes y profundas, en especial ésos naturales, con «saborio» qué hizo rugir a todos los asistentes, pero el ejemplar se vino a menos, y no pudo culminar, la obra de arte.. luego la ejecución y colocación de la espada, hicieron qué se premiara, con una oreja «cara», y palmas al toro, cómo anécdota encargó la cabeza, para su colección. Con su 2° «Carabinero», basto de hechuras, qué fué manso desde los primeros compases, lo fué llevando poco a poco, le cambió de terrenos y lo consintió, pero fué imposible, teniendo que abreviar con pinchazos y ¾, al deslucido, dejando algunas palmas y pitos en el arrastre. ALFONSO LÓPEZ SIMÓN (azúl marino y oro), además de tocarle el peor lote, con «Ferretero» negro chorriado, qué marcó querencias, tuvo todos los defectos en pica y banderillas, sólo se rescata el quite por chicuelinas y el remate de Ginés Marín, luego al comenzar la labor de muleta por estatuarios, fué arrollado y recibió tremenda paliza, después de reponerse volvió a la cara del toro, dejando una faena de pundonor y mérito, qué remató con contraria y efectiva estocada, recibiendo ovación y pitos al toro. Con su 2° o 5° de la corrida » Deseadito» de 525 kgs, un colorado, embistió con arreones, permitió el lucimiento y ovación a los de plata, en la muleta no pudo redondear la faena, porque el toro no repetía con codicia, y vino una labor larga e insistente, qué terminó con espadazo efectivo, dónde escuchó palmas y pitos al toro. GINÉS MARÍN (Nazareno y oro) con «Martinete» colorado de 525 kgs, tuvo un bonito recibo capotero, después de emplazarlo porque salió distraído, vino el tercio de varas dónde se dejó y en los quites Morante con chicuelinas, y media en el remate, sonoramente ovacionado, vino la réplica qué también levantó excelentes palmas a la inspiración, creatividad y maestría de ambos diestros, muy bonito pasaje hasta ahí, ya en la muleta el toro llegó desfondado, con menos de la reserva en su tanque, se cayó varias veces y obviamente no lució en la muleta, remató con estocada en todo lo alto, quedando en ovación al torero y silencio en el arrastre. Con el 6° «Secretario» negro salpicado el mejor del encierro, aunque no se empleó en los primeros tercios, vino a la muleta de menos a más, permitiendo ése toreo de profundidad, recorrido y humillación, y el torero cuajó una faena con compás, ritmo y eternidad, ésos naturales lentisimos, doblando la cadera y «ralentizando», rugió Madrid y el lío de puerta grande, dándole tiempo y tocando las teclas precisas, dejando ésa obra compaginada y entregada total y absolutamente, al arte puro en esencia qué culminó con espectacular estocada y paseó las dos orejas, y su oponente con fuerte ovación al desolladero… permitiendo vivir otra tarde triunfal qué artísticamente, dejan un listón alto para próximos ciclos y ferias en la plaza más importante del mundo taurino!! En buena hora!!

Resumen del festejo:
Lleno de «no hay billetes»
MORANTE DE LA PUEBLA.- oreja y palmas.
LÓPEZ SIMÓN.- ovación y palmas.
GINÉS MARÍN.- ovación y dos orejas.
Ganadería de Alcurrucén bien presentada y juego dispar, propiedad de la casa Lozano.

Resumen y textos Gabriel Enrique Riveros.
Fotografía especial CULTORO

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